Miel certificada en campos forestados de Uruguay
En los últimos años, los montes de proyectos forestales en Uruguay han sumado una nueva población: las abejas. La actividad apícola convive con los trabajos de la silvicultura de forma complementaria y sin inconvenientes, e incluso la certificación de ambos procesos productivos le brinda el beneficio de abrirle nuevos mercados compuestos por consumidores más exigentes.
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Miel certificada en campos forestados de Uruguay
En los predios dedicados al desarrollo de bosques para la industria maderera conviven actividades de diversa índole como la ganadería, el cultivo de hongos, el secuestro de dióxido de carbono para venta de certificados y también la apicultura. En los últimos años, la producción de miel de eucalipto encontró un giro adicional que le brinda un valor agregado que puede llegar a ser crucial para que el producto alcance un nicho internacional: la certificación de la cadena productiva. A la ya conocida certificación PEFC (Programa para el Reconocimiento de Certificación Forestal, por sus siglas en inglés) de los bosques se le sumó la de los productores de miel que trabajan en predios que cuentan con este sello. Uruguay fue pionero en ese sentido y llevó a cabo una experiencia piloto que les permitió tener la primera miel certificada bajo esa normativa a nivel mundial. El objetivo ahora es lograr encontrar los mercados para este producto y consolidar este modelo.
Néstor Causa, presidente de la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola, contó a Forestal que desde algunos años antes de esta iniciativa los productores apícolas ya llevaban colmenas a los predios forestales, pero que la idea de certificar el proceso de estos trabajadores buscaba aprovechar a pleno el potencial de la producción de la miel de eucalipto. A su vez, estaba la intención de responder a la necesidad de las empresas forestales de que todas las actividades que se lleven a cabo en sus predios con sello PEFC estén sometidas a distintos tipos de certificaciones similares, apostando a la sostenibilidad medioambiental y la contribución a la biodiversidad. Naturalmente, también existe un costado comercial ya que la miel cuyo proceso cuenta con esta certificación podría venderse a un mayor precio para apelar a la demanda de consumidores más exigentes en cuanto al origen de los productos que consumen, algo que se da, más que nada, en Europa y Estados Unidos.
“A la producción de miel de eucalipto, a priori, no le veo un techo”. Néstor Causa, presidente de la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola
DONES ESPECIALES
Causa señaló que los resultados de los análisis realizados a la gran mayoría de las mieles producidas en montes de eucaliptos han demostrado desde 2016 en adelante que la presencia de glifosato da niveles no detectables. Tampoco se utilizan antibióticos, prohibidos desde 2013, y se combaten enfermedades como la nosemosis o plagas como la varroa sin recurrir a químicos sintéticos. “Con las condiciones ambientales que ofrece el monte de eucalipto, sumadas al manejo de la inmensa mayoría de los apicultores, desde el punto de vista de la presencia de contaminantes tenemos un producto más saludable si lo comparamos con algunas otras mieles que son producidas fuera de este entorno y donde hay un manejo más agresivo de sustancias a nivel ambiental”, explicó.
Si bien desde un punto de vista nutricional no tiene diferencias con la miel de pradera, el apicultor de Florida Martín Sarla indicó a Forestal que la miel de eucalipto ya de por sí es bien recibida por el público. “A la gente le gusta, la piden, es una miel más limpia que la común. Las ventajas que tiene la miel certificada son las condiciones de manejo sostenible que se dan en esos predios. Cuando empecé a entrar en los predios forestales, quedé asombrado de los manejos que hacen en cuanto al cuidado del medioambiente. A veces se habla de más, el desconocimiento desde afuera es grande. Es muy interesante verlo”, apuntó.
Sarla también contó que el proceso de producción de la miel en los campos certificados no conlleva grandes diferencias y que ambas actividades, la forestal y la apícola, conviven sin problemas. Dentro del predio, los apicultores prefieren que las colmenas queden al sol para evitar la humedad, y que no queden cerca de los caminos para que no haya inconvenientes con el resto de los trabajadores. Lo que sí implica el traslado de colmenas a un predio certificado es la rigurosidad con las medidas de seguridad. “Con el tema de los incendios, por ejemplo, hacemos cursos, tenemos que tener precauciones, andar con bomberitos y elementos de seguridad. También, tener un recipiente grande con agua en los apiarios. Al principio llama un poco la atención, pero después que estás dentro de predios forestales te acostumbrás a trabajar de esta manera”, sostuvo Sarla. Néstor Causa añadió que el productor debe ser más ordenado que lo habitual en aspectos administrativos, como llevar un cuadro de campo con todos los movimientos realizados que sirve para tener los datos más accesibles para los encargados de inspeccionar la actividad.
Otro punto a favor para los productores está marcado por la oportunidad de complementar sus ingresos por ventas al producir mayores cantidades. Esto, que dicho de esta manera parece tan básico, tiene una explicación más técnica por detrás, que explicó Sarla: “Soy de Florida, zona sur, y acá lo usamos como complemento de las otras mieladas que tenemos. La floración del Eucalyptus grandis, el más plantado y que se usa para producir miel, arranca en marzo, abril o mayo y esa altura en esta zona nos viene bien porque ya terminamos las cosechas de pradera y carqueja y nos trasladamos a predios forestales para terminar esta producción”.
Para los apicultores del norte del país, una zona de importante volumen de proyectos forestales, pero no históricamente mielífera por las características del suelo y los cultivos del área, la unión de estas actividades ha permitido a los productores ingresar a los montes y convertirse en uno de los sitios preferidos para tener colmenas en la actualidad.
“Cuando empecé a entrar en los predios forestales, quedé asombrado de los manejos que hacen en cuanto al cuidado del medioambiente”. Martín Sarla, apicultor
Si hay que mencionar alguna desventaja de la miel de eucalipto es que cristaliza algo más rápido que la de pradera, y eso puede hacerle perder preferencia ante algunos consumidores. Diversos actores de la industria apícola vienen trabajando en los últimos años en un proyecto para analizar en profundidad las características de la miel de eucalipto uruguaya y poder tipificarla, determinar sus cualidades principales y secundarias para poder salir a venderla al mundo con información más precisa. Para Causa es necesario trabajar aún más en la promoción de esta miel en eventos internacionales para mantenerse en los mercados existentes y abrir nuevos: “Hoy por hoy, hablamos de una lista de más de diez países que están comprando miel, en mayor o menor volumen. Buscar nuevos nichos de mercado para los tipos de miel es un debe que hay y de alguna manera hay que encararlo y trabajarlo”.
LA SINERGIA
El productor de miel que desee trasladar algunas de sus colmenas a un predio forestal debe responder a un llamado de las empresas u organizaciones del sector, elegir uno de los sitios disponibles que se le presentan (según el lugar, variará la cantidad de colmenas que se pueden llevar) y generar un pago por colmena. Si quiere que su proceso de trabajo también esté certificado abonará el 40% de dos kilogramos de miel a precios del estándar internacional. Ese dinero se vuelca a la empresa dueña del monte, pero se transfiere la mitad al Fondo de Fortalecimiento Apícola –que maneja la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola que preside Causa– para poder cubrir el costo de las certificaciones de los productores, buscando incentivar que nuevos apicultores se animen a dar el paso.
La idea de convocar a más y más actores a certificarse lleva la intención de reunir un volumen importante de miel de este tipo para poder trabajar las ventas en algún nicho particular. La meta viene siendo el exterior, ya que “el mercado de miel dentro de Uruguay marca que tenemos un consumo per cápita bajo”, explicó Causa, y que el consumidor nacional prioriza el precio a esta diferencia de calidad que pueden ofrecer las mieles certificadas.
Hoy en día, algunos países de Europa y Estados Unidos son los destinos más probables para comercializar esta miel certificada, pero se buscan más nichos específicos interesados en el producto.
Para Causa, si esta industria quiere dar el salto definitivo las políticas apícolas nacionales deberán estar acompasadas. “A la producción de miel de eucalipto, a priori, no le veo un techo. Siempre va a haber un área importante de eucalipto y el sector ha ido creciendo por las plantas instaladas en el país, por lo cual hay que organizar al sector para que pueda aprovechar al 100% la producción. En ese sentido, hay que orientar las políticas hacia brindarles a los apicultores mejores condiciones para el tratado de las colmenas –que se estima que son unas 600.000 en todo el país–; aún hay mucho trabajo a pulmón, subirlas y bajarlas ‘a brazo’ y eso a veces encarece la logística. Hay mucho que avanzar en cuanto a vehículos, equipos para carga y descarga y condiciones”, apuntó.
FUENTE: Revista Forestal Uruguay
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