¿Por qué innovar en bioeconomía es fundamental para el Departamento de Energía de EE.UU.?:
En los últimos años, las tecnologías emergentes de bioenergía han adquirido un rol protagónico en la transformación hacia un futuro más sostenible en los Estados Unidos. Estas innovaciones no solo están cambiando la forma en que producimos energía, sino también cómo fabricamos productos cotidianos, desde ropa hasta plásticos, reemplazando a los tradicionales procesos basados en combustibles fósiles. A través de la biotecnología y la biomanufactura, es posible convertir la biomasa en materiales sostenibles, proporcionando una alternativa viable a la producción basada en el petróleo.
El Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE, por sus siglas en inglés), y específicamente su Oficina de Tecnologías Bioenergéticas (BETO), ha sido clave para fortalecer la bioeconomía nacional y fomentar la innovación en energía limpia. La administración Biden-Harris ha demostrado un fuerte compromiso con la bioeconomía, anunciando inversiones por U$S 29 mil millones desde el inicio de su mandato, apoyando proyectos que abordan la descarbonización de sectores críticos como el transporte y la industria.
Impulsando la bioeconomía: la iniciativa nacional de biotecnología y biomanufactura
En septiembre de 2022, la Casa Blanca emitió una orden ejecutiva que dio origen a la Iniciativa Nacional de Biotecnología y Biomanufactura, una estrategia destinada a potenciar el desarrollo de la bioeconomía en todo el país. Como parte de esta iniciativa, en 2023 se presentó el informe «Objetivos audaces para la biotecnología y biomanufactura en EE.UU.», que establece metas de investigación y desarrollo para lograr avances en biotecnología aplicados a la sociedad.
Uno de los logros más destacados de BETO ha sido su capacidad para convertir descubrimientos científicos en aplicaciones comerciales. Diversos proyectos financiados por BETO están marcando la diferencia en la creación de bioproductos y combustibles alternativos que puedan competir con los derivados del petróleo, allanando el camino hacia una economía con menos emisiones de carbono.
Descarbonización de los sectores del transporte, la industria y la agricultura
Un componente crucial para alcanzar los objetivos de descarbonización de la administración Biden-Harris es el programa Clean Fuels & Products Shot™, que se centra en reducir el carbono en la industria de combustibles y productos químicos mediante fuentes alternativas de carbono. Este programa es una de las iniciativas más ambiciosas de BETO y está alineado con el desafío para los combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es lograr emisiones netas cero para 2050.
Según el reciente informe «Billion-Ton Report» de 2023, se estima que Estados Unidos podría triplicar de forma sostenible su producción de biomasa a más de mil millones de toneladas anuales, lo que generaría hasta 60 mil millones de galones (230 mil millones de litros) de combustibles líquidos de bajo carbono. Este incremento sustancial en la producción de biomasa sería esencial para descarbonizar sectores como el transporte y la industria, que tradicionalmente dependen de los combustibles fósiles.
BETO también ha anunciado una serie de financiaciones destinadas a acelerar la investigación y el desarrollo de cultivos energéticos de baja intensidad de carbono. Iniciativas como los «Centros Regionales de Recursos para Cultivos Energéticos» están dedicadas a expandir la producción de cultivos energéticos, fomentando una economía más limpia y generando oportunidades en comunidades rurales.
Escalando la biomanufactura: una prioridad para BETO
Uno de los grandes desafíos de la bioeconomía es escalar las tecnologías emergentes a niveles comerciales. Para ello, BETO ha destinado U$S 151 millones a la construcción de instalaciones de biomanufactura a escala de demostración. Un caso destacado es el de LanzaJet, una empresa subsidiaria de LanzaTech, que ha desarrollado la primera planta comercial en el mundo para producir combustibles de aviación sostenibles a partir de etanol. Esta planta, ubicada en Georgia, producirá anualmente nueve millones de galones de SAF y un millón de galones de diésel renovable.
Este tipo de instalaciones no solo ayudan a descarbonizar sectores críticos, sino que también generan importantes beneficios económicos para las comunidades locales, como la creación de empleo y el estímulo de la actividad económica.
Colaboraciones estratégicas para el futuro de la bioenergía
El DOE y BETO han establecido alianzas estratégicas con múltiples actores, tanto a nivel nacional como internacional, para acelerar la transición hacia la energía limpia. Una de las más destacadas es la colaboración con la Oficina de Gestión de Carbono y Energía Fósil del DOE, que ha destinado U$S 80 millones para la investigación y desarrollo de biocombustibles a partir de algas y residuos.
Estas asociaciones permiten abordar los desafíos técnicos y económicos que enfrenta la industria, garantizando que los avances en biotecnología no solo sean sostenibles, sino también competitivos en términos de costos.
Formación de una nueva fuerza laboral en bioenergía
Un aspecto clave para el éxito de la bioeconomía es el desarrollo de una fuerza laboral capacitada. BETO está liderando programas educativos y de desarrollo de habilidades a través de iniciativas como el «Programa de Puentes Educativos en Bioenergía», que ofrece estudios de caso para integrar en los programas educativos de laboratorios nacionales.
Asimismo, competiciones como el AlgaePrize, orientadas a estudiantes, están promoviendo la innovación en el uso de algas para biocombustibles y bioproductos. Estos programas no solo fomentan la creatividad entre los jóvenes, sino que también son una plataforma para identificar soluciones que puedan tener un impacto en el mercado.
El futuro de la bioenergía en Estados Unidos está estrechamente vinculado a los avances en biotecnología y biomanufactura. Gracias al trabajo de BETO y sus socios, la bioeconomía está ganando impulso y sentando las bases para un futuro más limpio y sostenible. La combinación de tecnologías emergentes, inversiones estratégicas y un enfoque en la formación de la próxima generación de expertos en bioenergía está transformando el panorama energético y productivo del país. Con miras a 2050, Estados Unidos está trazando un camino hacia la descarbonización total, y las tecnologías bioenergéticas desempeñarán un papel crucial en esta transición.
Fuente: Bioeconomía Info
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