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Los bosques y los árboles contribuyen al crecimiento económico, la creación de empleos, la seguridad alimentaria y la generación de energía, y son fundamentales para ayudar a los países a responder al cambio climático.

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Los bosques (i) y los árboles contribuyen al crecimiento económico, la creación de empleos, la seguridad alimentaria y la generación de energía, y son fundamentales para ayudar a los países a responder al cambio climático. 

En muchos países, los bosques respaldan las economías rurales y sirven de fuente de empleo a poblaciones con pocas alternativas fuera del sector agrícola. Producen más de 5000 tipos de productos madereros y generan un valor bruto agregado de más de USD 600 000 millones anuales, es decir alrededor del 1 % del producto interno bruto (PIB) mundial (en algunos países, como Camerún, esa contribución es mucho mayor y llega al 6 %). 

Los bienes derivados de los bosques constituyen una importante “cosecha oculta” para las zonas rurales, evitando que muchas personas se vean afectadas por la pobreza extrema. Alrededor de 350 millones de habitantes que viven en o cerca de zonas boscosas densas dependen de los bosques para subsistir y obtener ingresos. De esa cantidad, cerca de 60 millones (en particular, comunidades indígenas) dependen totalmente de los bosques. Ellos actúan como guardianes de los bosques naturales que aún permanecen intactos en el mundo. 

Los bosques representan una importante fuente de energía en muchos países; el 65 % del suministro total de energía primaria en África proviene de biomasa sólida, como la leña y el carbón vegetal. El combustible derivado de la madera (i) será una fuente de energía clave en los países de ingreso bajo durante algún tiempo, y cada vez más se lo considera una alternativa «verde» a los combustibles fósiles en los países desarrollados. Dada esta demanda, los bosques deben gestionarse de manera sostenible, y se deben alentar métodos de cocción limpios y seguros. 

Asimismo, generan servicios esenciales que sustentan sectores clave (agricultura, energía, agua, minería, transporte y desarrollo urbano) al ayudar a mantener la fertilidad del suelo, proteger las cuencas hidrográficas, proveer hábitats para diversas especies y reducir el riesgo de desastres naturales, como inundaciones y desprendimientos de tierras. 

Uno de los servicios más importantes que prestan los bosques es su capacidad de desacelerar el cambio climático absorbiendo el dióxido de carbono emitido por la quema de combustibles fósiles a través de la fotosíntesis. (i) Al mismo tiempo, la deforestación, la degradación forestal y los cambios en el uso de la tierra contribuyen a generar alrededor del 12 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). Muchos de los bosques que aún quedan en el mundo se ven cada vez más amenazados por la expansión agrícola, la extracción maderera, la recolección de leña y otras actividades. Si bien el ritmo de deforestación mundial ha disminuido desde la década de 1990, continúa siendo elevado y se pierden cerca de 13 millones de hectáreas (brutas) por año. Esto se contrarresta parcialmente con la reforestación, lo que hace que la pérdida anual total neta de la cubierta forestal sea de 5,6 millones de hectáreas, una superficie mayor que la de Costa Rica. 

Se podrían restaurar alrededor de 2000 millones de hectáreas de bosques y paisajes perdidos o degradados (i) para establecer ecosistemas productivos y funcionales. Esto ayudaría a generar oportunidades económicas y mejorar los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria en zonas rurales, incrementar la resiliencia frente al cambio climático y reducir las emisiones de GEI mientras se disminuye la presión sobre los bosques vírgenes. 

Fuente: Banco Mundial

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