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Uruguay: la bioeconomía forestal, un motor de desarrollo sostenible y energético

Uruguay, un país de contrastes y rica biodiversidad, se está consolidado como un referente mundial en el desarrollo de energías renovables y en la promoción de una economía circular basada en la biomasa. Su apuesta por la sostenibilidad y la innovación está transformando su matriz energética y posicionado al sector forestal como uno de los pilares fundamentales de su economía.

En una entrevista con el medio uruguayo ‘Los Agronegocios’, el director general forestal, Ing. Agr. Carlos Faroppa, el país cuenta con un enorme potencial para desarrollar productos biológicos, biocombustibles y biomateriales, aprovechando la vasta riqueza de sus recursos forestales.

Visión a largo plazo

“La bioeconomía es lo nuevo, que viene en función de que tenemos productos biológicos o biomasa, biocombustibles, biomateriales… Tenemos unas chances enormes, no con grandes inversiones”, asegura Faroppa. Este optimismo tiene raíces en decisiones estratégicas tomadas hace 60 años, cuando Uruguay estableció la Dirección Forestal y aprobó leyes pioneras para proteger el bosque nativo.

La creación de instituciones como la CIDE y el desarrollo de mapas de suelos por la Dirección de Recursos Naturales muestran una apuesta constante por la sostenibilidad. Uruguay ha logrado aumentar la superficie de bosque nativo en un 25% desde 1966, gracias a controles rigurosos y programas de incentivos. Este legado se traduce hoy en un diferencial que distingue al país en el escenario internacional.

Faroppa subrayó el éxito de Uruguay al implementar un bono soberano vinculado a indicadores ambientales, que incluye como novedad la superficie de bosque nativo. Este enfoque innovador, que garantiza mantener o aumentar el área forestal, es una herramienta clave para acceder a mercados como la Unión Europea, donde se valora la certificación ambiental.

El sector forestal, un motor económico

El sector forestal uruguayo ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas, gracias a políticas públicas sólidas y a una inversión sostenida. Con más de 1.137.000 hectáreas de bosques plantados y 857.000 hectáreas de bosques nativos, Uruguay cuenta con un recurso natural de gran valor.

“Uruguay hace bien los deberes”, destaca Faroppa, señalando que el país ha desarrollado un sistema robusto para documentar y certificar sus prácticas sostenibles. El sector forestal, que representa un 6% del PIB, está casi completamente certificado, lo que refuerza su competitividad.

La industria forestal genera miles de empleos directos e indirectos, y la madera y sus derivados se han convertido en uno de los principales productos de exportación de Uruguay.

Bioeconomía: el futuro de la economía circular

La bioeconomía forestal ofrece una oportunidad única para desarrollar una economía circular en Uruguay. Al aprovechar los residuos y subproductos de la industria forestal, es posible generar nuevos productos y servicios, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y minimizar el impacto ambiental. Faroppa menciona ejemplos concretos: biocombustibles líquidos, biomateriales que sustituyen plásticos, y proyectos de economía circular que generan valor a partir de subproductos forestales. Este enfoque no solo impulsa la exportación, sino también promueve el desarrollo local y la generación de empleo en zonas rurales.

“Uruguay exportó el año pasado U$S 3.000 millones, pero no para, va a crecer a U$S 4.000 y más, porque no es un tema de celulosa, es un tema de la circularidad de todos los procesos”, enfatiza Faroppa. Esto incluye desde madera aserrada y laminada hasta combustibles sostenibles, con inversiones que transforman comunidades enteras.

Innovación en construcción con madera

El sector de la construcción también está aprovechando el auge de la bioeconomía. Faroppa señala que la madera, especialmente el eucalipto, está ganando terreno como material sostenible para viviendas y edificios. Uruguay ya ha construido casas y edificios de hasta seis pisos con madera, siguiendo ejemplos de países nórdicos.

La creación de guías constructivas y capacitaciones impulsadas por el MGAP está fomentando esta tendencia. “Es otra cultura de trabajo, muy profesional, con sistemas actualizados de digitalización e información”, resalta el jerarca.

Una estrategia nacional para liderar en bioeconomía

Uruguay ya cuenta con un centro de bioeconomía que financia proyectos innovadores, lo que refleja el compromiso del país con esta nueva era. Faroppa concluye que la bioeconomía no solo es una oportunidad para diversificar la economía, sino también para reafirmar el rol de Uruguay como líder en sostenibilidad.

La visión del MGAP, combinada con el legado de políticas bien fundamentadas, posiciona a Uruguay como un modelo global de cómo la bioeconomía puede generar desarrollo inclusivo y sostenible. “Es un diferencial muy difícil para otros países”, sentencia Faroppa.

La biomasa, un pilar de la matriz energética uruguaya

La biomasa ha jugado un papel clave en la transformación de la matriz energética uruguaya. En 2024, la producción de electricidad en Uruguay registró un máximo histórico con la particularidad de que el 99% fue de origen renovable, aportando las represas hidroeléctricas el 50% del total.

La biomasa se ubicó en tercer lugar, detrás de la energía eólica, registrando un crecimiento del 60% interanual para alcanzar una participación del 12,8% en la generación total de electricidad. Este crecimiento se debe en gran medida a la puesta en marcha de nuevas plantas de generación eléctrica a partir de biomasa, como UPM 2. Para este año, con el funcionamiento a pleno de esta planta durante los 12 meses, se espera que el crecimiento de la biomasa sea todavía más significativo.

Fuente: BioEconomía

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